
TAROT DEL PÁRAMO


La dicotomía vida-muerte de la realidad humana, dista mucho de la función que tiene la muerte en el proceso natural de regeneración. Para la cosmovisión andina, la muerte "nunca es el final o la terminación del ser; es continuidad del ser dentro de la totalidad existencial y universal" (Bascopé Caero, 2001), se cree que el difunto emprende un viaje hacia una nueva vida, he ahí las razones por las cuales se han encontrado tumbas, que además del cadáver principal, contienen herramientas, utensilios, comida, prendas de vestir e incluso otros cuerpos correspondientes a sus seres más allegados o sus sirvientes, por lo que se puede entender que los muertos tenían las mismas necesidades de los vivos.
Los indígenas andinos dan suma importancia al enterramiento de sus muertos, para estos, la tierra es fuente de vida, es su madre. Por eso, tras haber concretado diversidad de rituales funerarios y la preparación de una tumba circular subterránea, lo que en realidad hacían era entregar al difunto a los brazos de su madre eterna para la nueva vida; no es coincidencia que en algunos casos, como en la cultura cañari, se colocaban los cuerpos en posición fetal.
Queda claro que para nuestros primeros ancestros, la vida y la muerte no eran aspectos contrarios ni mucho menos, ambas formaban parte de un sistema natural de regeneración y preservación de las leyes cósmicas, lo cual dista mucho de las ideas modernas acerca de la muerte. El arcano XIII simboliza el momento en el cual el sacrificio del cuerpo del héroe, efectuado en El Colgado, se concreta; este se ha entregado al vientre de la Uku Pacha para volver a nacer con una nueva personalidad que lo proyectará a una nueva vida hacia la trascendencia.